miércoles, 30 de enero de 2008

Infierno I




Se llamaba Dante, como aquel jugador de fútbol de la serie A italiana de los años 70, y conoció a WC en la facoltà de sciencie politiche de la universidad de Bolonia. Corría el año 1991. En las clases del profesor Ponti, los debates en torno al futuro de las instituciones democráticas en Italia eran poco más o menos que batallas campales ideológicas entre dos bandos. Los continuistas y los rupturistas, los conservadores y los progresistas, los demócrata cristianos y los socialistas, los aperturistas y los proteccionistas... en realidad daba igual de qué se discutiera. Todo era motivo de fortificar las trincheras pertinentes, y en una lucha estratégica y calculada, esperar cualquier debilidad del enemigo para atestar un golpe certero. En cierta medida, los reaccionarios conservadores podrían sentirse en minoría, dada la dilatada experiencia progresista de la universidad de Bolonia, y especialmente de su facultad de ciencias políticas.

De cualquier forma, entre los bandos y los debates de aquel seminario del prof. Ponti, sobresalía una especie rara y absurda de estudiantes indiferentes, que apenas participaba en los combates. Entre ellos se encontraban WC y Dante, que se limitaban a ver expectantes las trifulcas, las argumentaciones a favor y en contra, las tesis apasionadas, las certezas a vida o muerte,... etc de aquellos que sin ningún tipo de dudas participaban a cara de perro en los debates. El futuro era nítido y claro, y las soluciones se contaban por cientos y miles. Las instituciones italianas eran poco más o menos que prescindibles a ojos de la mayoría. En eso estaban de acuerdo ambos bandos. Así, las ideas reveladoras y efesvercentes comenzaban a tomar cuerpo, allí donde cada uno planteaba el modelo que debía sustituir al anterior.

Dante se dio cuenta en su primera clase de que ante tales dilemas existenciales e institucionales, primaba un principio básico y humano, y es que cada individuo vela por sus propios intereses. Y la discusión en torno al futuro institucional italiano era un ejemplo que coincidía en buena medida con este principio universal. De aquella idea surgió su indiferencia, y acaso su amistad con WC.

Ambos estudiantes comenzaron a labrar lo que años después fue una realidad en Italia. Tras largas dosis de silencios indiferentes y pasotismo exacerbado, los dos visionarios alcanzaron un estado de comunicación supraconsciente en el que llegaron a conclusiones futuristas sobre la raza humana que cobraban mayor significado a medida que les daba más igual el asunto.

Idearon de esta manera una ideología a seguir que tomaría el nombre de “indiferencialismo”. Ésta tendría como objetivo principal lograr que los índices de participación ciudadana en los principales comicios electorales de Italia, Europa y todo el mundo, tendieran a cero. De esta forma, la anarquía, y con ella, la autogestión llevada a su extremo más fundamental (aquel que vela porque las naciones, los pueblos, las familias,.. y demás invenciones, empiecen y acaben en un YO divino), se podrían hacer paso entre tantas llamas y tanto infierno.