lunes, 22 de octubre de 2007

De Fukuoka a Miguelturra. Primera parada: Lianyungang (I)


“Más allá de las almas aparecen los espíritus”

Con esta frase iniciaba Wenceslao Cardoso su diario el 17 de junio de 1965. Se encontraba en el puerto de Fukuoka, en la costa oeste de Japón, y por delante tenía un largo camino por recorrer hasta llegar a Miguelturra, pueblo de la profunda España donde se celebraba el IV Congreso de la Asociación de Vagos Omnímodos (AVO), que ese año tenía por título “Praxis de la vagancia: hitos seculares” (Romero, Duende y Parazo, 1965) y donde Wenceslao Cardoso había sido invitado para realizar la conferencia inaugural. El diario de Wenceslao seguía así:

“Gracias a Globus ya queda lejos la duda del ser. Sus tetraodóntidos perforan las almas de todo aquél que se acerca a nosotros y el misterio oculto de su alma queda desvelado en el espinazo hinchado de Globus. Los hilos del presente son ahora fáciles de manejar, pero ¿acaso puedo decir lo mismo del pasado y el futuro? ¿No se esconden enigmas igualmente difíciles de descifrar en los espíritus errantes del pasado y en aquellos que todavía tienen pendiente su primera bocanada de aire? He de encontrar la llave del conocimiento omnímodo y sólo las enseñanzas del maestro Rabolú me pueden acercar a él”.

De ese modo, Wenceslao Cardoso se dirigió al puerto de la ciudad costera de Lianyungang Allí se encontraba 站内 (pronúnciese Ze To), famoso y mítico ornitólogo del este de China, conocido por sus brebajes compuestos a base de ingredientes pajarísticos capaces de alterar la armonía de la psique para trasladarla a fases de conocimiento metafísicos. El maestro Rabolú así lo citaba en su obra maestra: “Ze To nos hace volar con sus pájaros. Gracias a sus brebajes nos convertimos en frágiles pajarillos voladores, que sobrevolamos el paraíso libando el polen de todos los pistilos de las flores. Cada uno de esos pistilos nos conduce al conocimiento eterno” (Rabolú, 1956: 78)

Encontrar a Ze To en Lianyungang fue relativamente sencillo. Era un hombre ampliamente conocido. Ze To era menudo e hirsuto y su mirada de halcón parecía agazapada tras sus gafas redondas. Tras conocer los deseos de Wenceslao Cardoso, extrajo de sus polvorientas estanterías un libro. Con el dedo índice siguió la lectura de una de sus páginas hasta detenerse en una línea: “Aquí está: sopa de nido de Aerodramus fuciphagus. Ha tenido suerte, un auténtico caviar de dioses” (confirmado por Marcone (1966). Ze To emplazó a Wenceslao Cardoso a regresar al día siguiente, cuando el “yan wo”, es decir la composición química del nido del pájaro, hubiera adquirido su estado gelatinoso propicio para transportar a Wenceslao Cardoso al conocimiento eterno de los espíritus errantes y futuros.

- Esta noche será mejor que nos vayamos a tomar unas cervezas – le sugirió Ze To -. Me intriga su pez.



Referencias

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Marcone, Massimo F. (2005) "Characterization of the edible bird's nest the Caviar of the East". Food Research International 38:1125-1134.

Rabolú, V.M. 1956. Hercolobus o Planeta Rojo. Barcelona: Ed. Prats, 34ª edición.

Romero, P., Duende, A. y Parazo. M.A. (1965). Proceedings de la Asociación de Vagos Omnímodos. Notas Breves. Miguelturra, Ciudad Real.

4 comentarios:

Pablo dijo...

Si Rabolú no hubiera descripto el sexto párrafo del hagakure, realmente los pájaros hubieran quedado ocultos bajo las hojas ... esto hubiera transformado en inservible el gelatinoso caviar de dioses...
Poreso, y confirmado por el Dr. Adlinda, siempre es necesario tener presente el teorema de Tekoko Nakama.

Wenceslao2 dijo...

Afortunadamente Rabolú nos iluminó con sus enseñanzas. No es menos cierto que Wenceslao Cardoso consigue transformar la materia espiritual en un ser poliédrico, lo que obliga al Dr. Nakama a alterar su teórema del ser o anti-ser infinito.

Pablo dijo...

Si el anti ser sufrió una alteración en su teorema patrono, el ser debió sufrir una transformación en su esencia, la cual, mojada con dowanol y secada con phósphorus blancvus, puede detonar un sin fin de extremidades plagadas de plaza sésamo y de burbujas.
Esto no terminó de ser afirmado por el doctor Memelovsky

Theodor Lohse dijo...

A mí me suelen gustar más los callos a la madrileña con choricito y morcilla. No sé a vosotros...