
No mires a tu derecha, sólo verás gritos teñidos de humo y balas, vestidos de alcohol, niebla y trazos de estrategia militar. No parece haber camino a Zadar, sólo se huele el silencio de las hordas y el enfermizo delirio del que lo vio todo. No vuelvas a mirar, sólo al frente, y sigamos huyendo hacia las laderas junto al mar, hacia la iglesia de la Santa Cruz, hacia Zadar.
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