“Esta noche se me han aparecido el miedo y la incertidumbre en forma de puertas entreabiertas mientras dormía. Una sombra, una cara desfigurada y desconocida, un movimiento quieto y monumental,... todos me miraban y me decían: “Ven con nosotros, la patria y el pueblo te llaman, eres imprescindible... somos las puertas entreabiertas y sin ti no somos nada.”. Sabía de antemano que no puedo dormir con la puerta a medio cerrar, que me produce una rigidez irracional que duele por las mañanas. Fátima lo sabe, y la cierra a cal y canto todas las noches. La puerta entreabierta tiene un significado que me vuelve loco: por un lado, se trata de la oportunidad perdida, estática, objetiva y que me mira con cierta indiferencia, y por el otro, la que está por venir y te incita a entrar, provocadora y sensual, llena de un deseo asfixiante.
Quise contestar algo, pero apenas percibían mi mensaje. Enfrente, las puertas entornadas, insinuantes e indiferentes, me seguían explicando: “Aquí están las llaves. Úsalas para salir y entrar.” Y para qué querría unas llaves si las puertas están entreabiertas. Algo se me escapa. Todo es ambiguo. Abrir una puerta a medio cerrar con una llave forma parte de un jeroglífico sin solución. Es algo que se escapa al entendimiento: uno de tantos recodos imposibles de sortear en un laberinto. Un laberinto imaginario y tan real como el miedo que provocan infinitas puertas a medio camino entre lo visible y lo invisible.
En la mesilla de noche han amanecido unas llaves. No hay tiempo que perder. La Gran Serbia me necesita.”
1 comentario:
...La masa nunca entendió, nunca fue capaz de informarse aristotélicamente y convertirse en algo. Siempre fue pura potencia, sustancia perdida, irreal...
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