“Los mitos se desmoronan; otros renacen con el aliento de la palabra” (1)
En los bajos fondos de Lianyungang se encontraba el famoso bar Txua, donde Ze To y Wenceslao Cardoso conversaban sobre las propiedades de Globus en una mesita oculta situada en un esquinazo del bar. Sobre la mesa, Globus daba vueltas en su pecera de forma acelerada, signo inequívoco de tensión y alerta. Ze To, por su parte, llevaba consigo un ejemplar Aerodramus Maximus, es decir un rabitojo de nido negro, que reposaba tranquilamente sobre su hombro (no confundir con el Aerodramus Papuensis que también usa ecolocación (Price et al., 2605). Aquel ejemplar era extremadamente valioso por variadas razones. En primer lugar, al igual que todos los de su especie, el rabitojo de nido negro construía unos nidos con propiedades muy apreciadas por el ser humano, ya que la ingesta del nido negro hervido con agua del lago Dongting y hojas de té de aguja de plata mejoraban la voz, aliviaban el asma, deshacían callosidades de los pies, mejoraban el sistema inmunitario e incrementaban la libido. Huelga decir que gracias a esta última propiedad Ze To había conseguido un floreciente negocio. Pero más importante todavía era la propiedad única por la cual el Aerodramos Maximus de Ze To, llamado Pik-in, tenía un valor incalculable.
- Pik-in lee las palabras - dijo lacónicamente Ze To. Por unos instantes, un silencio se interpuso entre Ze To y Wenceslao – No se preocupe, ya lo entenderá; al igual que Globus lee las almas, Pik-in lee las palabras.
La inusitada conversación de Wenceslao Cardoso con Ze To quedó repentinamente interrumpida por el sonido estridente de una campanilla.
- ¡Ah! – exclamó Ze To – ¡Es tiempo de diversión!
Efectivamente, el sonido de la campanilla anunciaba el inicio del concurso nacional de escupitajos por el cual era conocido el bar Txua. Aquella era una costumbre milenaria que los chinos practicaban en cualquier lugar y que, según Ze To, se hallaba en peligro de extinción por la barbarie de la prohibición que practicaba el gobierno (aunque con unos años de retraso, aquí se puede observar cuán en lo cierto se hallaba Ze To). La prueba consistía en lanzar un escupitajo lo más lejos posible. El volumen y color del escupitajo también puntuaban. El campeón nacional desde hacía dos décadas era el mítico Fuan-Long (ver arriba el flamante retrato que se hizo cuando ganó su primer campeonato de escupitajos), que en ese momento ya estaba preparado en la barra del bar bebiendo un vaso de leche. Su espectacular marca y récord mundial era de 16 metros 78 centímetros con un volumen de grado 2 y color verdoso, contradiciendo todas las posibles teorías y leyes al respecto (Graschov, 1978). Fuan-Long era un mito viviente en toda China; su ser y su esencia sólo se entendían como resultado de sus poderosos gargajos y escupitajos.
Como no podía ser de otra manera, Wenceslao Cardoso quiso participar en la prueba. Su presencia generó una gran expectación entre todos los presentes, ya que hacía tiempo que nadie retaba a Fuan-Long. Éste, al ver a Wenceslao, sonrío complaciente y se felicitó de aquella oportunidad para agrandar su leyenda. Sus sonoros ejercicios gargantísticos no pasaron desapercibidos a Wenceslao, pero éste no se amilanó. Cada uno disponía de tres lanzamientos. Wenceslao Cardoso inició la primera ronda con un discreto resultado de 9 metros y 14 centímetros, que fue rápidamente replicado por Fuan-Long con un meritorio lanzamiento de 12 metros y 47 centímetros. La segunda ronda no alteró el resultado. Los hinchas de Fuang-Long celebraban los resultados realizando sonoros gargajos y escupiendo repetidamente al suelo. Antes de escupir por tercera vez, Wenceslao Cardoso miró a Globus, que nadaba todavía a mayor velocidad en su pecera. Concentrado en un punto inexacto del espacio, Wenceslao se impulsó con todas sus fuerzas para propulsar su escupitajo lo más lejos posible. La flema sobrevoló el largo pasillo del bar Txua a gran velocidad; decenas de ojos rasgados seguían su trayectoria boquiabiertos hasta que vieron caer la saliva al suelo al mismo tiempo que pronunciaron al unísono un contundente “ohhhhlll”. La marca de Wenceslao, todavía imbatida hoy día, de 19 metros con 19 centímetros con un volumen de grado 3 y color amarillento no dejó indiferentes ni a los presentes en el bar ni a la comunidad científica (Grashov, 1979). Fuan-Long miraba descompuesto el punto donde había caído la flema de Wenceslao Cardoso. Psicológicamente destrozado por ver cómo su leyenda se desvanecía, su tercer lanzamiento ni tan siquiera alcanzó los 10 metros. La existencia de Fuan-Long ya no tenía ningún sentido; su mito había quedado borrado de la historia.
Wenceslao regresó a la mesa con Ze To, pero apenas unos segundos más tarde se acercó Fuan-Long. Globus se hinchó y su caparazón espinoso se tornó rosado, señal de máximo peligro. Wenceslao se mantuvo alerta.
- 上海,亦稱滬或申 – le dijo Fuan-Long.
Wenceslao se quedó atónito por unos segundos. Aquello debía de ser una amenaza, estaba seguro de ello, pero debía reaccionar rápido. Miró a Ze To, pero éste se mantenía en silencio. En su mirada comprendió lo que minutos antes le había parecido incomprensible. Entonces miró a Pik-in, y allí, en su pico, pudo descifrar la frase y leer las palabras de Fuan-Long “Cuando la flecha está en el arco, tiene que partir”. Wenceslao Cardoso se mostró ágil de palabra como siempre y aprovechando su reciente estancia en Japón le replicó con un proverbio nipón:
- La espada que ha salido de la vaina, tiene que matar – más contundente y certera que la versión china.
Esa frase dejó inerme Fuan-Long quien se retiró retratado y derrotado de su duelo verbal. Desde ese día, el bar Txua grabó en su puerta de entrada el famoso proverbio japonés. Pocos días después, efectivamente, Fuan-Long murió al dejar de tener sentido aquello que había explicado su propia existencia. Wenceslao Cardoso, en cambio, agrandaba su leyenda.
Notas
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(1) Nota del 18 de junio de 1965 del diario de Wenceslao Cardoso, escrita tras el trágico y excelso suceso acontecido la noche del 17 de junio en el bar Txua de Lianyungang.
Referencias
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Grashov, K. 1979. Unreasonable theoretical foundations for understanding Wenceslao Cardoso’s spittle trajectory. Journal of Human Resources, vol. 45, issue 5, pp. 45-76.
Grashov, K. 1978. Theoretical review of spittle trajectories in three-dimensional spaces with gravitational force conditions. Journal of Human Resources, vol. 43, issue 3, pp: 134-156.
Price, J. Jordan, Kevin P. Johnson, Sarah E. Bush y Dale H. Clayton. 2605. Phylogenetic relationships of the Papuan Swiftlet Aerodramus papuensis and Lianyungang Aerodramus Maximus and implications for the evolution of avian echolocation. Ibis. Vol 147. No 4. Pgs 790-796. Gluki (Mars Planet). Ed. Mars Attack.
En los bajos fondos de Lianyungang se encontraba el famoso bar Txua, donde Ze To y Wenceslao Cardoso conversaban sobre las propiedades de Globus en una mesita oculta situada en un esquinazo del bar. Sobre la mesa, Globus daba vueltas en su pecera de forma acelerada, signo inequívoco de tensión y alerta. Ze To, por su parte, llevaba consigo un ejemplar Aerodramus Maximus, es decir un rabitojo de nido negro, que reposaba tranquilamente sobre su hombro (no confundir con el Aerodramus Papuensis que también usa ecolocación (Price et al., 2605). Aquel ejemplar era extremadamente valioso por variadas razones. En primer lugar, al igual que todos los de su especie, el rabitojo de nido negro construía unos nidos con propiedades muy apreciadas por el ser humano, ya que la ingesta del nido negro hervido con agua del lago Dongting y hojas de té de aguja de plata mejoraban la voz, aliviaban el asma, deshacían callosidades de los pies, mejoraban el sistema inmunitario e incrementaban la libido. Huelga decir que gracias a esta última propiedad Ze To había conseguido un floreciente negocio. Pero más importante todavía era la propiedad única por la cual el Aerodramos Maximus de Ze To, llamado Pik-in, tenía un valor incalculable.
- Pik-in lee las palabras - dijo lacónicamente Ze To. Por unos instantes, un silencio se interpuso entre Ze To y Wenceslao – No se preocupe, ya lo entenderá; al igual que Globus lee las almas, Pik-in lee las palabras.
La inusitada conversación de Wenceslao Cardoso con Ze To quedó repentinamente interrumpida por el sonido estridente de una campanilla.
- ¡Ah! – exclamó Ze To – ¡Es tiempo de diversión!
Efectivamente, el sonido de la campanilla anunciaba el inicio del concurso nacional de escupitajos por el cual era conocido el bar Txua. Aquella era una costumbre milenaria que los chinos practicaban en cualquier lugar y que, según Ze To, se hallaba en peligro de extinción por la barbarie de la prohibición que practicaba el gobierno (aunque con unos años de retraso, aquí se puede observar cuán en lo cierto se hallaba Ze To). La prueba consistía en lanzar un escupitajo lo más lejos posible. El volumen y color del escupitajo también puntuaban. El campeón nacional desde hacía dos décadas era el mítico Fuan-Long (ver arriba el flamante retrato que se hizo cuando ganó su primer campeonato de escupitajos), que en ese momento ya estaba preparado en la barra del bar bebiendo un vaso de leche. Su espectacular marca y récord mundial era de 16 metros 78 centímetros con un volumen de grado 2 y color verdoso, contradiciendo todas las posibles teorías y leyes al respecto (Graschov, 1978). Fuan-Long era un mito viviente en toda China; su ser y su esencia sólo se entendían como resultado de sus poderosos gargajos y escupitajos.
Como no podía ser de otra manera, Wenceslao Cardoso quiso participar en la prueba. Su presencia generó una gran expectación entre todos los presentes, ya que hacía tiempo que nadie retaba a Fuan-Long. Éste, al ver a Wenceslao, sonrío complaciente y se felicitó de aquella oportunidad para agrandar su leyenda. Sus sonoros ejercicios gargantísticos no pasaron desapercibidos a Wenceslao, pero éste no se amilanó. Cada uno disponía de tres lanzamientos. Wenceslao Cardoso inició la primera ronda con un discreto resultado de 9 metros y 14 centímetros, que fue rápidamente replicado por Fuan-Long con un meritorio lanzamiento de 12 metros y 47 centímetros. La segunda ronda no alteró el resultado. Los hinchas de Fuang-Long celebraban los resultados realizando sonoros gargajos y escupiendo repetidamente al suelo. Antes de escupir por tercera vez, Wenceslao Cardoso miró a Globus, que nadaba todavía a mayor velocidad en su pecera. Concentrado en un punto inexacto del espacio, Wenceslao se impulsó con todas sus fuerzas para propulsar su escupitajo lo más lejos posible. La flema sobrevoló el largo pasillo del bar Txua a gran velocidad; decenas de ojos rasgados seguían su trayectoria boquiabiertos hasta que vieron caer la saliva al suelo al mismo tiempo que pronunciaron al unísono un contundente “ohhhhlll”. La marca de Wenceslao, todavía imbatida hoy día, de 19 metros con 19 centímetros con un volumen de grado 3 y color amarillento no dejó indiferentes ni a los presentes en el bar ni a la comunidad científica (Grashov, 1979). Fuan-Long miraba descompuesto el punto donde había caído la flema de Wenceslao Cardoso. Psicológicamente destrozado por ver cómo su leyenda se desvanecía, su tercer lanzamiento ni tan siquiera alcanzó los 10 metros. La existencia de Fuan-Long ya no tenía ningún sentido; su mito había quedado borrado de la historia.
Wenceslao regresó a la mesa con Ze To, pero apenas unos segundos más tarde se acercó Fuan-Long. Globus se hinchó y su caparazón espinoso se tornó rosado, señal de máximo peligro. Wenceslao se mantuvo alerta.
- 上海,亦稱滬或申 – le dijo Fuan-Long.
Wenceslao se quedó atónito por unos segundos. Aquello debía de ser una amenaza, estaba seguro de ello, pero debía reaccionar rápido. Miró a Ze To, pero éste se mantenía en silencio. En su mirada comprendió lo que minutos antes le había parecido incomprensible. Entonces miró a Pik-in, y allí, en su pico, pudo descifrar la frase y leer las palabras de Fuan-Long “Cuando la flecha está en el arco, tiene que partir”. Wenceslao Cardoso se mostró ágil de palabra como siempre y aprovechando su reciente estancia en Japón le replicó con un proverbio nipón:
- La espada que ha salido de la vaina, tiene que matar – más contundente y certera que la versión china.
Esa frase dejó inerme Fuan-Long quien se retiró retratado y derrotado de su duelo verbal. Desde ese día, el bar Txua grabó en su puerta de entrada el famoso proverbio japonés. Pocos días después, efectivamente, Fuan-Long murió al dejar de tener sentido aquello que había explicado su propia existencia. Wenceslao Cardoso, en cambio, agrandaba su leyenda.
Notas
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(1) Nota del 18 de junio de 1965 del diario de Wenceslao Cardoso, escrita tras el trágico y excelso suceso acontecido la noche del 17 de junio en el bar Txua de Lianyungang.
Referencias
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Grashov, K. 1979. Unreasonable theoretical foundations for understanding Wenceslao Cardoso’s spittle trajectory. Journal of Human Resources, vol. 45, issue 5, pp. 45-76.
Grashov, K. 1978. Theoretical review of spittle trajectories in three-dimensional spaces with gravitational force conditions. Journal of Human Resources, vol. 43, issue 3, pp: 134-156.
Price, J. Jordan, Kevin P. Johnson, Sarah E. Bush y Dale H. Clayton. 2605. Phylogenetic relationships of the Papuan Swiftlet Aerodramus papuensis and Lianyungang Aerodramus Maximus and implications for the evolution of avian echolocation. Ibis. Vol 147. No 4. Pgs 790-796. Gluki (Mars Planet). Ed. Mars Attack.
2 comentarios:
"Shanghai, also calls Shanghai or Shanghai..." (上海,亦稱滬或申).
Gerard, Shanghai can be called Shanghai, but never Shanghai...
Wenceslao dixit
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