jueves, 10 de julio de 2008

La hormiga

Veo un punto negro sobre el blanco gastado de la mesa. Se desplaza con ritmo marcial; camina incesante de un punto a otro, con la mirada fija en la obligación. El café con leche arde y su aroma adormece mi pensamiento. Pero ella, inagotable, no cesa en su empeño; en su obligación, su trabajo. Con la mirada enteleda por el vapor del café, observo cómo arrastra una miga de mi tostada cinco veces mayor que ella. ¡Qué valor encomiable! Aturdido por su bravura, la chafo con mi dedo pulgar, bebo de un sorbo el café con leche y me digo que ya es hora de ir a trabajar.

1 comentario:

Theodor Lohse dijo...

"Llámalas hormigas porque van una tras otra de una lado a otro nerviosas, con la prisa del camino y la necesidad, y no las llames por su nombre, no lo hagas… son hormigas nada más, no son voces que aúllan, no son palabras que endulzan, no son silencios que aman."
Siempre tuyo, Radovan